Band a part

Band  a Part

Band a Part

Declaraciones de amor en forma de cigarrillo. Presencia verbal. Destrozar el lenguaje y hablar en silencio. El blanco y negro como realidad. El baile como subversión. Navegar y rotar en un mismo plano deconstruído. Esquemas y bosquejos llevados al límite, hacen olvidar el sentido originario del cine como ente temporal.

Ladrones idealistas, filósofos  marchitos.  La  cándida e inocente ingenuidad capitula. La virginidad  aniquilada por las notas de una canción. La música, evalúa el nivel de oscilación.  La obsesión de la soledad y la ofuscación ante el peligro que acecha se entrega al súbito encuentro con la violencia de un rapsoda envuelto en palabras rojas.

El hormigueo en la planta de los pies, las carcajadas bajo las altas cúpulas de viento silencioso. Sin tiempo para pensar, sin tiempo para parpadear. Un acelerado vuelo inestable, un camino hacia un descontrolado amor en fuga.

Inadaptados sin glamour, irracionales magos de las palabras. Gamberros nihilistas de medio pelo. Retrato experimental de una belleza real. Peligrosa travesura. Arder entre enamoramientos, entre feroces y burdos finales impensables.

Matar a los que amamos. Enamorarse como sinónimo de peligro. Gestos y movimientos frente a una cámara fantasma. Un pitillo en forma luz moribunda apunta directamente al entrecejo de un rostro que llora sin hacer ruido. Hablar entre cansados instantes de sofoco. La opresión del blanco y negro y la fotografía como retrato de un vampiro que despoja al espectador del color irreal de cine actual.

En las laderas de la ciudad, las marionetas piensan en viajar, en retornar al país de la mano rota… en la libertad. Sin aliento, circulan por la ciudad de los ciegos. Paréntesis. Bólido biplaza, una carretera, saborear el cielo azul. Paréntesis. Ya no hay pianistas, ni tiroteos sobre la amalgama de colores. Puntos supensivos.